viernes, 31 de octubre de 2025
Vosotros me miráis, yo os miro.
viernes, 3 de octubre de 2025
Magnolia
Te conozco.
Sé por ejemplo, que entiendes el concepto del amor a través de una canción de Ivan Ferreiro.
También que haces más deporte del que deberías, para dormir bien.
Y aún así, no lo haces.
Me has contado episodios de tu infancia y de tu juventud.
tu abuelo.
Y de tu vida al otro lado del océano.
Sé el gesto que te cruza la cara cuando algo te preocupa.
que eres ante todo, leal
y que mientes poco.
Por lo menos en lo importante.
Te conozco
Pero quiero conocerte más
porque todavía no me canso
de descubrirte.
En la película de Paul Thomas Anderson, Magnolia, Donnie Smith, aquel niño genio que ha quedado en su etapa adulta para vender televisores en una tienda de electrónica de un suburbio de una ciudad cualquiera en Estados Unidos, dice que tiene mucho amor que dar. Que tiene tanto, que no sabe donde ponerlo. Esa vez (la segunda en la película), lo dice con la boca destrozada, llena de sangre. Lo masculla, más que decirlo. Se rompe los dientes por los que se endeudó buscando conseguir el amor que tanto ansiaba.
Pero da igual que Donnie se ponga una dentadura nueva. Cuando el objeto de su deseo, le ve borracho y patético, Donnie ya no sabe que hacer con todo ese amor. Se ve a si mismo como lo que es: un niño roto que nunca será querido.
Por qué aún así, a pesar de todo, Donnie lo sigue intentando. Como el guerrero que vencido, sigue levantando la espada, porque es eso o la muerte. Es que es el amor o la muerte. No hay más. Es esa pulsión de seguir buscando aún sabiendo que es imposible, lo que nos hace humanos.
Es esa pulsión por volver a un destello de momento, en el que siendo abrazados por el objeto de nuestro deseo, soñamos con quedarnos a vivir allí.
Y yo me pregunto si la ilusión del amor, es mejor que no tener amor. ¿Es mejor sentirse amado a medias que no sentirse amado?
sábado, 13 de septiembre de 2025
Septiembre.. diciembre.
Ando haciendo arqueología de mi juventud.
En mis diarios, escritos todos en papel antes de 2007 y a partir de ahí, aquí. En esta bitácora que es este lugar que flota en el tiempo y en el espacio y que nadie lee. A veces pienso que esta es mi propia manera de lanzar un mensaje al mar en una botella.
Algo que me ha sorprendido de mis diarios ha sido leer sobre escribir. Y aquí la memoria juega un papel decisivo y es el de haberme hecho olvidar que yo siempre quise hacerlo.
Tenía la idea formada de que en mi juventud siempre quise ser pintora y cuando voy sobre lo escrito, lo que me encuentro es algo totalmente diferente: Dibujo. Dibujo mucho, pero dibujo para ilustrar mis palabras, creando florituras que favorecen el mensaje escrito.
Estoy empapándome del Madrid de 2004 y 2025 mientras vuelvo a a rutina. El Madrid de los atentados de Atocha, el futuro brillante de un país en crecimiento, el incendio del Windsor, los intelectuales siendo todavía misteriosos, sin redes sociales.
Ese es el Madrid del que yo quiero hablar. De aquel que recorría con aquellas babuchas que no me quité en meses. El del Paseo del Prado y su pequeño estanque rectangular, con aquel árbol deformado que ya no está y donde dije una vez que me casaría.
Después de Italia comienzo el curso. Para mi el año siempre comienza en septiembre.
Y sueño con viajar a Socotra y con alargar algo este otoño cálido.
Y seguir impasible en mis labores mundanas y continuar construyendo este mundo; Los santos de la belleza; que estoy segura que me va a traer momentos únicos.
Porque cuando más disfruto no es cuando soy reconocida, sino cuando me meto en la vorágine de las teclas y una detrás de otra van formando la historia que quiero contar.
Ahora en septiembre, empieza la rutina y los paseos y las tardes de chaqueta y las hojas que caen. Como el ánimo, que se vuelve más contenido y se echa a dormir hasta que la primavera le despierte.
Pero yo tengo un secreto. Me he convertido en una chica de veintiún años en un Madrid que todavía no entiende y del que quiere escapar. Estoy viviendo otras vidas y me alegra, tener tantas.
Así que septiembre, dará paso a diciembre sin que hayamos pestañeado y yo seguiré viviendo allí, en 2004, consiguiendo arrebatarle tiempo al tiempo.
jueves, 28 de agosto de 2025
El purgatorio de Asís.
Llevo ya un par de días
Despidiéndome de Asís.
Es un luto previo,
a mis días de soledad,
a los paseos de música,
y a los descubrimientos fortuitos.
Me despedí ayer de las bóvedas,
salpicadas de estrellas doradas,
de la Basílica del santo.
De sus frescos llenos de vírgenes y dorados,
De sus marcas de lápiz,
que me sorprenden,
desde el futuro.
Dicen que la basílica inferior,
representa el purgatorio,
Yo me quedaría a vivir allí,
bajo sus bóvedas azules intensas,
y sus estrellas,
y su silencio.
El desencanto con la cultura, la alienación elegida y al mismo tiempo rechazada. Quizás por eso ya me despido. Porque después de tantos años, ya sé como lidiar con lo que se va.
Se fue tanto de mi vida y al mismo tiempo, tanto nuevo llegó. Las tardes seguirán cayendo y la luz seguirá bañándome, sea en Asís o en Madrid, porque al final lo importante, es el mundo que yo poseo.
Y en el recuerdo quedarán, como cuando paseaba las calles del Valais de Suiza, o los caminos de tierra del Serengeti, impresas las sensaciones. Solo las sensaciones, porque las imágenes las borra el tiempo y la memoria y solo quedan olores, sonidos, que cada vez que ocurren, abren un hueco en el espacio tiempo y me vuelven a llevar allí.
domingo, 24 de agosto de 2025
Napoli vedi e muori
"Certo che è enorme la vita. ti ci perdi dappertutto"
"Claro. La vida es enorme. Te pierdes en todas partes"
Louis-Ferdinand Céline
Dijo Goethe: Vedi Napoli, poi muori (Ver Nápoles y morir)
La sirena Parthenope no pudo hechizar a Ulises con su canto. Se arrojó al mar a morir y la marea arrastró su cuerpo sin vida hasta la orilla. Allí donde se fundó la ciudad más antigua de Italia: Partenope o lo que es lo mismo, Nápoles.
Nápoles es Partenope y Partenope es Nápoles.
Nápoles es como el cine de Sorrentino. Excesivamente bella, nostálgica, triste, desilusionada y la vez, llena de vida, de contradicciones, de paganismo y cultos mezclados. Peligrosa y difícil.
De bella, inalcanzable. Inabarcable.
La ciudad cristiana y católica se construye a través de las ruinas griegas y romanas muy cerca de las faldas del Monte Vesubio y el volcán que sumió en la eternidad a las ciudades de Pompeya y Herculano.
La herencia borbónica la hace enorme y ancha a través de su Palacio Real y su ópera y crea barrios como el Quartieri Spagnoli, un laberinto de callejones estrechos lleno de balcones con ropa tendida. Un muro que hace honor al gran santo de la ciudad, Maradona.
El olor a pasta, limones frescos y hornos llenos de pizzas, se mezclan con los belenes napolitanos de la parte antigua de la ciudad, en los que de repente doblas una esquina y te encuentras con el Duomo y sus paredes recubiertas de una intervención de JR o con las siete obras de la misericordia de Caravaggio en Pio Monte della Misericordia. Por supuesto Michelangelo tuvo que huir una vez más. Como ya hizo en Roma, después de una trifulca en la que mató en duelo a Ranuccio Tomassoni.
Y esa luz que se refleja en el mar que no es de plata sino de oro con piedras de colores incrustadas, como el tesoro de San Genaro con el que Parthenope se viste para el Cardenal Tesorone.
Nápoles es Valentina vistiendo una camisa de su padre, bajando las escaleras que dan a una roca de toba volcánica napolitana de color ocre, porosa como la ciudad y mil veces excavada.
Es la brisa de la noche en el puerto viejo, en el que se acumulan millones de pasos dados por viajeros antes que yo. Los descubridores de Pompeya, arqueólogos humanistas del siglo que aún pertenecía al hombre, antes de las grandes guerras que terminaron de matar a dios.
Yo ahora solo tengo una religión y es la cultura y la sapiencia de que lo efímero y por lo tanto, la belleza que reside en ella, es parte de su definición.
Muchos otros han andado sus calles y muchos otros vendrán después de mi.
Tengo la impresión, de que yo ya sé lo que es la antropología. O por lo menos, mi visión de la misma. Yo he visto Nápoles y por lo tanto, ya puedo morir.
jueves, 21 de agosto de 2025
sub specie aeternitatis
21 de agosto de 2025
Francisco de Asís. Perugia. Italia
La única manera que conozco de vivir, es la de buscar la belleza en lo que me rodea. Como si pudiera salvarlo todo.
Quizá por eso vine a Italia, a buscar belleza, a empaparme de ella. En el momento en el que más la he necesitado.
Y experimento el placer de entrar en la Basílica y sorprenderme un día más con sus frescos. No son los de Giotto los que más me impresionan. Son los azules salpicados de estrellas de doradas de las bóvedas. Las pequeñas pinturas en los muros que me muestran la cantidad de santos que vivieron mucho antes que yo. Es quizá la sensación de sentir que pertenezco a una historia más grande que la mía lo que me emociona.
Rozo la pared y me regodeo en el tacto. Sonrío a los monjes franciscanos que vienen de todas partes del mundo a vivir aquí, a Asís.
Y aprovecho para pisarlo todo con mis zapatos dorados, como una suerte de Dorothy que ya no está en Kansas. Hago fotos mentales que olvidaré. Confío que la sensación no se me olvide.
De la caótica, decadente y vibrante Nápoles, donde he seguido los pasos de Sorrentino, llego a este lugar suspendido en el tiempo y me doy cuenta, de lo solas que están las personas.
Pienso en mi suerte. Yo me siento en solitud. Me encuentro con gente que está loca por hablar, que atropellan las palabras porque hace mucho que nadie los escucha. Tantas vivencias, tantas emociones y tantos recuerdos se agolpan en sus bocas. Y yo les escucho y sonrío. Es lo único que puedo hacer: escuchar. Sonreír.
Con diecisiete o dieciocho años me sentaba horas con personas mayores. Los escuchaba porque sabía que querían ser escuchados y al mismo tiempo, para mi, era como asistir a historia viva. Esas personas habían vivido la guerra civil. Esas personas habían conocido una España bajo la dictadura de Franco en la que yo no nací. A mi la democracia me vino dada. Regalada de manera fortuita.
Pienso en cuanta gente tiene historias que contar o pensamientos que compartir y me gustaría poder escucharlos a todos.
Pienso que todas esas personas mayores, a las que yo ahora veo candorosas y que despiertan mi empatía y compasión, fueron hombres y mujeres jóvenes. Algunos buenos, otros no. Me interesa como cuenta cada uno su propio relato transformado por la memoria.
Pienso entonces en Franco. Le conocí esta tarde. Lleva seis meses viviendo en Asís. Voló desde Australia, su país de nacimiento para vivir su jubilación fuera de un país que no entiende.
Franco fue profesor de inglés toda su vida. Durante siete años enseñó inglés a los aborígenes australianos. "Nosotros somos los invitados en sus tierras y sin embargo, hasta finales de los setenta, los australianos se referían a ellos como "monos". Me cuenta que fue él el único que estuvo al lado de su madre Pierina en su lecho de muerte. "Mis hermanos querían dinero. Yo no". Me contó que en uno de sus viajes a Australia llevó a su vecina Jessica: rosarios, estampitas, medallas de San Francisco de Asís, pero que cuando él enfermó una semana y estuvo encerrado en su apartamento al borde de la muerte, ella no pasó ni siquiera a preguntar como estaba. Me contó que tenía dieciocho pinturas aborígenes que podrían haberle hecho rico. Pero Franco no quería ser rico. Así que las donó a para que volvieran a sus dueños para que éstos pudieran conocer su historia.
Entonces fui yo la que se preguntó como Franco, siendo tan bueno podía estar tan solo. Franco sólo quiere ser visto. Si fue mejor o peor en su vida, ya a nadie le importa. Quizás por eso Franco es tan católico. No hay nadie que te vea mejor que Dios, cuando crees en él.
Me preguntó si yo creía. Le dije que la cultura es mi religión. La cultura y la belleza.
La ética y la estética.
Para mí, no hay nada más, como si pudiera salvarlo todo.
lunes, 18 de agosto de 2025
Tienes los ojos cerrados.
"Tienes los ojos cerrados", me dice la actriz, pero la pasión por la libertad sigue encendida, porque la vida que se pierde en todos sitios es enorme.
Parthenope es Nápoles y Nápoles es Parthenope. Lo dice ella:
"¿En qué estás pensando?
Abandonados en un verano perfecto, fuimos guapísimos e infelices. Quizás fue maravilloso ser jóvenes. No duró mucho
Estuve triste y fui frívola. Decidida y apática. Como Nápoles, donde hay sitio para todo.
Viva y sola ¿En qué estaba pensando? En el amor, para tratar de sobrevivir...El amor para tratar de sobrevivir, fue un error.
O quizás no"
Parthe es una mujer misteriosa. Qué ve. Qué quizás no supo hacer las preguntas adecuadas. Es infinitamente bella y enigmática, como la ciudad que le dio nombre.
Nació en el mar, como la sirena que, desesperada por no haber podido enamorar a Ulises con su canto, se dejó morir en el mar. Su cuerpo, fue arrastrado hasta el lugar exacto donde se fundó la ciudad más antigua de Italia. Porque "Al final de la vida, sólo quedará la ironía" dice el Cardenal Tesorone.
Parthe rechaza a hombres guapos y se deja seducir por hombres feos, pero a todos los seduce. Elige con quien quiere estar y huye de la maternidad que tanto la persigue.
La conversación que tiene con Marotta, es el resumen de las imágenes que se ven hasta llegar al momento de clarividencia:
— Profesor, ¿Qué es la antropología?
— La antropología es ver.
— ¿Y eso es todo? ¿Así de simple? Creo que lo llevo haciendo toda la vida.
— Es muy difícil ver, porque es lo último que se aprende.
— ¿Cuándo se aprende a ver?
— Cuando te empieza a faltar todo lo demás.
— ¿Qué es todo lo demás?
— El amor, la juventud, el deseo, la emoción, el placer y la remota posibilidad de reír una vez más porque un hombre se tropieza y cae en una calle del centro
Parthe ve y se deja ver, pero nunca poseer. Ella se posee a si misma. está invadida por la nostalgia, está rota de dolor y al mismo tiempo, siente la pulsión de vivirlo todo. Ser muchas Parthenopes.
La juventud, los sueños, los veranos, quedan atrás y lejos, cuando vuelve a Nápoles al jubilarse como Catedrática en Trento. Ahora Parthe ve. Lo ve todo y lo recuerda todo.
lunes, 11 de agosto de 2025
Los cepillos y los fósforos.
Cada vez que te ibas
miraba si los cepillos que trajiste la primera noche, seguían en su sitio,
en mi casa.
No porque pensara que te los ibas a llevar,
sino porque quería cerciorarme de tu vuelta.
Pero no eran los cepillos
lo importante.
Eran los silencios
era ese no decir
en el que tendría que haberme fijado
Cada vez que te ibas,
no sabía cuando volvería a verte
fue tal mi empeño
de quererte como a los gatos,
el que me hizo darme cuenta
que me querías a destiempos
Como los gatos,
agudice mis instintos
y quise saber que hacías
cada vez que te ibas
Y como Platón, me aventuré
lejos de la caverna
Encontré lo que no quería encontrar.
que me amabas a destiempos
como a las sobras
Te deje la puerta abierta
y no volviste a la mía, sino a otras
Cuando te fuiste del todo
miraba si los cepillos que trajiste la primera noche, seguían en su sitio,
en mi casa.
No porque pensara que volverías a por ellos
sino porque quería cerciorarme de que esto, fue real.
Tenemos muchísimos fósforos en casa.
Siempre los tenemos a mano.
En este momento nuestra marca favorita es Ohio Blue Tip,
aunque antes preferíamos las Diamond.
Eso fue antes de descubrir los Ohio Blue Tip.
Tienen paquetes perfectos,
cajas duras en azul claro y oscuro y etiquetas blancas
con palabras grabadas con forma de megáfono,
como para decirle más alto al mundo
"Acá está el fósforo más hermoso del mundo,
sus cuatro centímetros de pino suave coronados
por una cabeza rojo oscuro, tan sobria y furiosa
y decidida siempre a estallar,
y encender, quizás, el cigarrillo de la mujer que amás,
por primera vez, y ya nada nunca
vuelve a ser igual. Todo eso te vamos a dar".
Eso es lo que me diste, yo
soy el cigarrillo y vos el fósforo o yo
el fósforo y vos el cigarrillo, quemándonos
con besos que arden hacia el cielo.
Ron Padgett (Tulsa, Estados Unidos, 1942)
Perseidas
Está siendo un verano de amores, libros y gatos.
Un verano de barbacoas en la piscina a los pies de la acacia de Constantinopla que nos ha dado la libertad de quitarnos el reloj, al reemplazar ésta a la medida del tiempo.
Cuando llegamos a la casa, sus flores estaban en su máxima expresión. Las hojas verdes, refulgían. Era finales de junio. El verano despuntaba y todo estaba por ocurrir.
Ahora, a 10 de agosto, veo como las hojas han perdido su brillo, muchas de las flores, están en el suelo, marchitas como pequeños rollos de algodón sin tratar y al pisar su sombra, el pie se queda pegado a la baldosa de barro. En junio, esas flores eran filamentos de color rosa que brillaban a la luz del sol.
Esta casa contiene el universo de nuestro mejor verano, de la misma manera que yo misma contengo universos. Esta casa se quedará en el recuerdo de los momentos felices.
En otro universo, este verano hubiese sido distinto. en otro universo estoy casada y tengo hijos. En otro universo no vivo en España, sino en Tanzania. En otro universo no existo ya.
Esta casa estuvo y se quedará vacía. Nosotros sólo somos una partícula de su historia. ¿Y yo? Yo soy sólo una persona más de los cerca de cuarenta y siete millones que habitan en este país.
Siento que vivo a pesar de las circunstancias: un genocidio en Gaza, una guerra activa en Europa, las diferentes crisis del gobierno español y los precios, que cada día son más altos y vez dan para menos.
Y al mismo tiempo, si yo colapsase, colapsaría el universo entero. Todo mi imaginario entraría en estado de apocalipsis y una vida, la mía, se acabaría con todo lo que contiene.
La vida de Chuck (2024) de Mike Flanagan, es una película que se estrenará en España el 12 de septiembre. Mike Flanagan adaptó el relato de 2020 de Stephen King titulado, The Life of Chuck, en la recopilación de relatos breves: If it bleeds. Mike, que ya tiene experiencia con el terror, decide convertirlo en un guion de cine. Ahí es cuando acierta y hace que una buena obra se convierta en una obra maestra: Introduce en el guion el poema Canto a mí mismo de Walt Withman, que atraviesa, vertebra y une toda la película.
Y sin embargo, si yo desapareciese de la faz de la tierra, las plantas seguirían creciendo, los precios subiendo, quizás se firme una paz o se pare el genocidio.
Pero todo lo demás desaparecería. Todas aquellas ideas para relatos cortos, el esquema de mi segunda novela. Todas las otras vidas, versiones de mí en universos paralelos que se expanden hasta el infinito. Ver todas las versiones de ti misma. Todos los pudo ser y no fue. Satisfacer esa curiosidad intrínseca.
Los amores de verano, desaparecerían. El cepillo de dientes y el peine, permanecerían debajo de mi lavabo. ¡Podría ver tantos caminos!
lunes, 9 de junio de 2025
Molicie y los junios perpetuos
Y llegó el día de la molicie
En el que el reloj dejó de funcionar, trajiste un cepillo lleno de intenciones y tu lengua encontró todos mis espacios
En el que nos dedicamos a conversar sin interrupciones y a estudiar nuestros cuerpos como alumnos aventajados.
Encontraste en mí el recipiente perfecto donde volcar tus cuidados
Te dejaste hacer sin pedir nada a cambio
Te dejaste recorrer todos los centímetros habitables de la piel
Fuimos uno durante dos días de principio de verano
En el que la brisa suave y fresca de junio inundó todas las estancias de mi casa y la música sonó, se filtró la algarabía de las gentes como la luz a través de las cortinas, y se mezcló con nuestros suspiros de placer.
Estuvimos suspendidos en el tiempo subjetivo y creamos nuestro propio paraíso.
Te fuiste en el momento exacto en el que la casa empezó a reconocer tu olor y yo me quedé en mi solitud, relamiéndome como un gato.
La piel todavía erizada.
Sensaciones que se van haciendo recuerdos.
Volverás y volverán esos días de molicie. Volverás a por tu cepillo y volveremos a besarnos con los labios húmedos y calientes.
domingo, 1 de junio de 2025
Macondinos
martes, 27 de mayo de 2025
De la primavera, el tiempo, los ríos y las cerillas.
Los ríos de Oriente son serpenteantes, lentos y por lo tanto fértiles.
Los ríos de Occidente son abundantes, cambiantes, tórridos y violentos.
La concepción de la vida, y por lo tanto del tiempo, que es ingrediente esencial para que ésta se dé, es opuesta en ambas culturas. Los orientales conciben el tiempo como un ciclo, como una integración a la naturaleza. Los occidentales, como una línea, con un comienzo y un fin. Son el Ulises de Homero, Jesucristo en la Biblia o el Camino del Héroe, de Campbell. Toda la cultura occidental se resume en ello. Toda la cultura occidental parte de la forma y el caudal de los ríos.
Me imagino que un hombre y una mujer se encuentran. Pero él o ella es circular mientras que ella o él es lineal. Ese hombre es todos los hombres de la tierra. Esa mujer, todas las mujeres de la tierra. ¿Cómo encontrarse entonces?
Hablaba con unas amigas. Me decían que nadie está a la altura de ese hombre que últimamente me alegra los días sorprendiéndome. Me lleva a lugares con una agenda planeada que sólo él conoce. Me da la mano por la calle, le cuesta no besarme y me mira de verdad.
Pero tiene truco. Él no quiere compromiso, no quiere ir más allá de un romance de primavera y eso es lo que yo he aceptado. Pero si estuviese buscando en él a un compañero de vida, probablemente, esto ya se habría acabado.
Porque cuando uno hace un sprint, le pone toda la energía en un periodo de tiempo corto. Por eso brilla, de ahí la intensidad. Pero para un maratón, se necesita resistencia, paciencia, determinación. Si algo aprendí de la película, El Placer (1952) de Max Ophüls, es que la felicidad no es alegre.
Alegre es la primavera y sus tardes que se alargan, con el sol que se filtra a través de los árboles y la brisa fresca que se levanta y estremece.
Cuando viví en un verano eterno, entendí que para apreciarlo, necesitaba el invierno. El mal y el bien, la luz y la oscuridad, el ying y el yang.
Y de ahí a la construcción de utopías. Ursula K.Le Guin, escribió un artículo en 2015: Utopiying, Utopiyang. En él habla de los conceptos del Ying y el Yang y los compara con sistemas sociales. Las Utopías se suelen convertir en distopías, como en el libro de Juan Gómez Bárcena, Ni siquiera los muertos (2020). La predicción de Le Guin, pasa por aceptar la no-permanencia y la imperfección. Tener paciencia hacia la incertidumbre y el cambio.
Octavia E. Butler, ejemplo de ascensor social producto de la educación gratuita, publicó en Essence Magazine un ensayo en el año 2000, titulado "A Few Rules For Predicting the future" En él, cuando es cuestionada sobre como resolver los problemas del mundo, contesta siempre lo mismo. Que no hay una sola respuesta, hay miles de respuestas y tú puedes ser una de ellas si eliges serlo.
Ahora no siento que yo esté siendo una de las respuestas para crear un mundo mejor. Me he quedado sin propósito y me pregunto si lo encontraré en este tiempo que voy a tomar para ralentizar la vida. De nuevo, la importancia de lo público, que me va a permitir parar. Nunca me cansaré de repetir, que necesitamos lo público para contener lo privado.
Así que seguiré con mi romance de primavera, porque me llena de inquietudes nuevas y de nuevas preguntas. Me hace cuestionarme el mundo en el que vivo y me enciende una llama que quiero encender. Por lo menos, dos o tres cerillas a la vez. Abrazo la incertidumbre y sé que no tengo ni tendré jamás todas las respuestas. Prefiero ser un río oriental. Serpenteante, lento y por lo tanto, fértil.
Fértil para recibir vida, mientras me quede una.

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