lunes, 22 de agosto de 2022

Todo en todas partes al mismo tiempo.

"Lo supe siempre. No hay nadie que aguante la libertad ajena; a nadie le gusta vivir con una persona libre. Si eres libre, ése es el precio que tienes que pagar: la soledad."

Chavela Vargas



Todavía puedo oler el verde en los prados. Noto la luz del norte sobre los párpados cerrados. Todavía puedo ver las balas como si el paisaje fuese una maqueta y alguien hubiese ido colocándolas, conquistando el campo como en una suerte de Catán. (La paja gana) Y al fondo, el mar cantábrico.

El aire húmedo; la salitre, todavía los llevo en la piel. No se irán hasta que mañana me duche y desaparezcan por el desagüe con todos mis recuerdos. Sólo entonces, comenzará el retorno a la rutina. 

A las calles de Madrid todavía algo desiertas. A la alarma del despertador y a los paseos matutinos hasta la Plaza de Neptuno. A los buenos deseos de septiembre que en diciembre ya estarán enterrados bajo obligaciones más urgentes.

El otoño irá llegando de repente. Cuando todavía lleve sandalias, intentando robar unos minutos más a un agosto que agoniza. Resistiéndome a abandonar los largos días, las tardes de libros, las mañanas de cafés lentos y crucigramas.

Sacaré entonces la gabardina nueva, con las primeras lluvias. Encenderé la chimenea en noviembre y me agradará el calor. Bailarán las llamas, me pondré un jersey de lana.

Diciembre pasará como un suspiro. Vendrán las cenas y los regalos y recuperaré esos propósitos que empecé a olvidar en octubre y pensaré en enero que qué suerte vivir un año más y que todavía me cuesta pensar que sea 2023. Suena a ciencia ficción. 

Me permitiré atrincherarme bajo un edredón todo el mes de febrero y hasta ponerme algo triste. Quizá hasta piense en la muerte. En los que no están, en los que se fueron. 

Marzo llegará con lluvias y botas de agua y algún día en el que me sorprenda un rayo de sol y atisbe que esto ya se acaba, que pronto llegará abril y mayo con sus fiestas y Madrid saldrá a la calle, desperezándose del largo invierno.

Y volverá otro junio de tardes alargadas, y de paseos nocturnos y amores que nacen y otros que vuelven y la vida que pasa a través de las venas y se respira mejor. Me compraré un vestido nuevo para una boda y bailaré hasta la madrugada.

Después de todo sin darme cuenta volverá el calor y yo huiré de nuevo a los prados y a la salitre. Al muelle a pasear y pensaré que hasta septiembre no tengo que volver a proponerme nada porque ahora no es momento de eso y que ya veré en unos días a mi vuelta y es que esos, todavía están tan lejos..


lunes, 1 de agosto de 2022

Todo. Nada. Todo

 "Los platos en los que comieron y las copas en las que bebieron; las ropas que cubrieron sus cuerpos y sus cuerpos mismos; sus herramientas, escopetas, libros; las palabras que se dijeron; lo que amaron y lo que odiaron-, de todo eso, y de mucho más que eso, nada."

"Lo demás es aire" Juan Gómez Bárcena




Dejar silencio. Un silencio ensordecedor. 

Dejar de conocer a alguien. Desconocerle

Dejar de oler a alguien. Cruzarse con el mismo olor que llega en una ráfaga de metralla emocional y que deja a su paso la mente llena de recuerdos.

Dejar de pensarlo. Comenzar a verlo borroso. Olvidar su fecha de cumpleaños. 

No acordarse de su risa.

Pisos vacíos, jardines llenos de malas hierbas, objetos de segunda mano en mercadillos de carreteras secundarias. Eso es lo que deja. Lo que dejamos. Nada. Una imagen en un cristal empañado.

Dejar de conocer a alguien sin haberle conocido. Todo lo que podría ser y no será. Universos paralelos

Y sin embargo, recuerda: La risa conjunta; los cuerpos unidos; las miradas; el sabor de la piel; la ironía de saberse feliz un instante sabiendo que ya no es; que ya fue; que ese momento se ha acabado y es irrepetible; que dentro de unos años ya no pensaras en ello.

Es el cerebro, preparado para la supervivencia, el responsable de borrar los detalles de los recuerdos como virus que infectan las ganas de echar la vista hacia delante, siempre hacia adelante, dejando sólo una cálida sensación de hogar remoto, quizá un ápice de nostalgia que roba una sonrisa disimulada.

Porque hay que seguir imaginando nuevos mundos posibles

Casas por hacer, céspedes límpidos al sol del verano, objetos nuevos y deseados. Eso es lo que llega; lo nuevo; todo. El reflejo perfecto en un escaparate.

Conocer nuevas risas.

Empezar a pensarlo, comenzar a verlo, aprender su fecha de cumpleaños.

Encontrar olores nuevos que despierten la curiosidad y que atraviesa como un rayo y que llena el aire de posibilidades.

Empezar a conocerlo. Reconocerlo.

Llenar de música el vacío y que lo abarque todo.