miércoles, 20 de octubre de 2010

Common people.



Dibujo animales africanos para mi hermana.
Al mismo tiempo miro tentada la nueva edición de La Montaña Mágica que trajo ayer a su casa.
Pienso en dejar de dibujar y leer las dos primeras páginas.
Malditas tentaciones ...!

Y a partir de hoy hasta el domingo esto va ha ser un no parar.
Flores, sonrisas, dos besos, Cuanto tiempo!, Que es de tu vida?, entrada a la capilla, discurso lacrimógeno y ese sentimiento de nostalgia que acompaña a momentos tán decisivos en la vida de alguien que amas.
El momento en el que ella recorra el pasillo hasta el altar, la luz que entre por las ventanas tintadas y como reflejará en su pelo, brillante y recogido.La mirada del padre de la novia.

Los niños estarán jugando mientras los novios se miran a los ojos y hacen una promesa tan importante para ellos y al mismo tiempo tan ajena a esos juegos infantiles y secretos al oído.

Todo el mundo sonreirá. Algunas mujeres sollozarán, recordando aquel día en el que ellas entraron a una iglesia preparadas para hacer la misma promesa a otra persona.

Algunos maridos recordarán aquella noche de bodas con sonrisa pícara.

Algunos pensarán que menudo error (ellos ya pasaron el luto de una separación) otros que la vida pasa inevitablemente por ciertos momentos, y que este, en definitiva no es más que uno de ellos.

La novia estará atenta a la cola de su vestido y a no equivocarse al decir las palabras que la separan de una vida en común con la persona que tiene enfrente. El cura se sentirá agradecido porque todavía queda en este mundo gente que adquiere responsabilidades para con la iglesia.



Y yo.
Actuaré de observadora. Miraré como mi hermana empieza su propia familia.
Me emocionaré al verla llorar, y cuando con una sonrisa (tan suya) diga: Si, quiero.
Y pensaré en nuestra infancia.
Cuando hablábamos de casarnos como princesas.
Cuando no había ningún prejuicio, porque todo era puro y no habíamos conocido al maldito factor que es el tiempo,
Cuando nuestra vida era una capítulo a empezar lleno de jardines verdes y vacaciones de verano.

Escribiremos nuestra propia Montaña mágica y enfermaremos de nostalgia, pero esperemos que también de amor y de los grandes acontecimientos que aún nos queda por vivir.