"Qué poca distancia entre el todo y la nada, entre la vida feroz y la muerte, entre el pánico y la piedad"
Javier Marías 1951-2022
He pasado muchas veces, más de las que puedo recordar, por delante de su edificio. Nunca, estando sola o acompañada dejé de levantar la vista hacia la ventana de su despacho, la primera por la derecha del cuarto piso.
Especialmente por las tardes, cuando ya empezaba a anochecer, salía de ahí una luz cálida y burdeos y yo me imaginaba a Marías escribiendo al son del ritmo de las teclas de su máquina de escribir, con un cigarrillo humeante en su cenicero, enmarcado por sus libros, concentrado en su tarea. Vidas dentro de vidas. Mundos dentro de mundos.
Esta mañana al pasar, me he encontrado todas las contraventanas cerradas que nunca supe que eran de azul celeste. Como si ellas también estuvieran de duelo por su muerte, de un luto riguroso por esos mundos, esas vidas, que ya no serán.
Y si subieras a bordo sé que buscarías la seguridad de un parpadeo de faro
Cualquier puerto en una tormenta, amor
Prometes que no flaquearás pero he visto a hombres hundirse
Así que deberías subir a bordo con alguien cuyo curso sea más estable que el mío
Deberías subir a bordo con alguien cuyos ojos estén en el horizonte, no en los cielos
A bordo con alguien cuya ancla sea más pesada que la mía.
Y si subieras a bordo sé que te cansarías de las sacudidas de mi lecho marino
Y olvida lo que dije. Los barcos no fueron construidos para ser seguros
Así que deberías subir a bordo con alguien cuyo curso sea más estable que el mío
Todas las historias son la misma. Todas las caras te pertenecen pero no las caricias, esas carecen ya de nombre porque empiezan ya a perderse en el abismo de la memoria. Me caigo por una espiral de recuerdos encontrados y de pesadillas y sueños que nunca tienen estructura, ni fin, ni nunca la tendrán. Sueños etéreos, quebradizos. Sueños que sueñan con ser sueños.
Los deseos frustrados se pierden en un mar inmenso que ya no me siento capaz de abarcar. Se mecen como sargazo y van a la deriva y gritan al vacío que ya no hay salvación posible. Qué no merece la pena seguir nadando y que hace frío. Y qué qué puede pasar si dejo que el cuerpo flote y que no ocurra nada. Si miro hacia las estrellas que ya no me aportan guía posible y dejo de pensar, de amar, de intentarlo. De esperar, de mirar hacia atrás, por si estás. Por si en realidad si importaba algo y viniste a buscarme. Por si en algún momento fugaz llegué a ser algo para ti más de lo que soy ahora: Un mensaje perdido, una anotación de pie de página, una frase subrayada en un libro que ya no volverás a tocar.
Un sueño que pudo ser sueño pero que sólo soñó que era un sueño en el que todas las historias son las mismas y las caricias se hunden en el un mar ahogado de recuerdos imaginados.