sábado, 13 de noviembre de 2021

I don´t live here anymore


Escribo. ¿Por qué escribo? 

Porque dentro de mí hay otra persona y dentro otra

Como muñecas rusas,

como espejos que reflejan espejos.


Escribo. ¿Por qué escribo? 

Para crear la realidad en la que escojo vivir

Mundos dentro mundos

Vidas dentro de vidas.


Escribo. ¿Por qué escribo? 

Escribo para sobrevivir al caos que me amenaza

Escribo para salvarme,

echar raíces


Escribo. ¿Por qué escribo? 

Porque no quiero olvidar, la memoria es frágil si no se imprime

Si la oscuridad me rodea,

esa luz será mi guía


Escribo. ¿Por qué escribo? 

Por el placer de escribir. 

Para que cuando cruce el río Lete

Pueda entretener a Caronte con mis mil historias y decirle:

He vivido




"Escribir es un trabajo arduo que de vez en cuando, si uno tiene paciencia y además tiene suerte, se transforma en otra cosa, un arrebato, una especie de trance del que si se habla debe hacerse con tiento, porque es un campo sembrado de malentendidos. Para los antiguos no había la menor duda: la poesía era el fruto de una posesión. Que tal posesión se manifestara en versos perfectamente medidos y en un lenguaje hecho en gran parte de fórmulas no tenía nada de contradictorio."

"Una fiesta secreta" Antonio Muñoz Molina

lunes, 27 de septiembre de 2021

Los sonidos del mapa de la memoria

Existe una radio de sonidos del mundo

A veces la visito para escuchar a que suenan ahora los países en los que estuve.

Las vidas que viví.

Y pienso que ojalá tuviera una radio que me llevase al pasado

Y oírme en Suiza, expulsando el humo de un cigarrillo en el balcón copado de nieve.

Oírme en Tanzania, maravillada con la orquesta animal que sonaba al dirigirme por las noches a mi casa en el Serengueti.

Oírme en Cozumel volviendo de madrugada pisando la arena de la playa. El mar en calma.

Oírme en los Emiratos, escuchando a través de la ventana la llamada al rezo de la mezquita.

Oírme. Oírme respirar, hablar, vivir. Oír esa otra versión de mí.

Y escuchar de nuevo a los que no están, los que se fueron por propia voluntad y los que lo hicieron para siempre y sin querer. A los que sólo estaban de paso y a los que siguen a mi lado. Oír esa voz de nuevo que en mi cabeza resuena como un eco.

Cuando estaba viviendo no leía. Necesitaba acumular experiencias.

Ahora que escribo si leo. Mucho, a veces pienso que demasiado. A veces tengo que dejar de leer para vivir porque si no se me olvida. A veces, prefiero sepultarme entre las líneas justificadas. Es más seguro allí dentro. Es el parque de atracciones de la mente.

Pero a veces me descubro pensando como aquella versión de mí. Aquella que escucharía en la radio del tiempo. No es que ahora sea mejor o sea peor, soy sólo diferente y visitar el pasado es siempre una lección.

Soy todas mis experiencias y un compendio de pedazos de las tierras en las que he vivido. A veces susurro. ¡Cuantas vidas has vivido! y me relamo como un gato satisfecho.

No pienso, sin embargo, en el pasado de manera absoluta. No fue maravilloso ni aterrador. Sólo sé que existía y que existo y para mi, eso es suficiente.




martes, 18 de mayo de 2021

Recomposed

Paseaba por el jardín,

aquel al que siempre vuelvo a encontrar el sentido,

de los días pasados, 

de esas noches eternas en las que éramos inmortales.

De camino al invernadero tropical,

Vi a lo lejos a unos músicos vestidos de traje

sonaban cítaras,

que competían con el sonido de las copas de cristal.

Un coctel en mi jardín,

y los comensales enfrascados en sus KPI´s,

Esas personas,

Que no tenían tiempo de pararse a escuchar la música,

ni el viento soplar entre las hojas

ni el olor que desprendían las peonías.

Volví mis pasos hacia mi destino

Y los dejé atrás

"Aunque sólo sea hoy

que es primavera" 


Esos días grises en los que me hacía la enferma y protestaba levemente y compungía la cara. A veces, sobre todo cuando mi madre se cansaba de insistir yo ganaba la batalla y me dejaban acurrucada en la cama. Beso en la frente. Pórtate bien. 

En la seguridad de mi universo de niña. Mi cuarto era un fuerte que me defendía de las obligaciones. Esa rueda que nunca dejaba de girar y a la que yo a veces saboteaba con una ramita. Imaginaba a mis compañeras de pupitre del colegio bien de monjas estudiando matemáticas. Y me zambullía satisfecha de nuevo debajo de las mantas. Y me sonreía.

veinticinco años después¹ salgo a pasear un martes por la mañana. Madrid refulge de primavera y resuena la algarabía por cada plaza y calle que atravieso. Todas las personas que me cruzo tienen lugares a los que ir y yo me he convertido en un flâneur de incógnito.

Hoy no tengo más propósito que el de admirar la belleza de la luz entre las hojas y el ángulo oblicuo que dibuja la sombra en las fuentes. Y en vez de sábanas es el sol el que me cubre y me inunda de calor. Hoy no tengo más obligación moral que la de poner un pie delante del otro y caminar y ver correr el mundo mientras yo lo observo.



¹ Puede que uno abajo o uno arriba. El tiempo a veces se desdibuja y se deshace en él mismo.


jueves, 1 de abril de 2021

Marzo termina. Abril comienza.

Tengo a veces la sensación

de que la vida elige por mi.

Que me dejo mecer 

por la determinación

¿Por qué, para qué? si todo está ya escrito

Y no tengo posibilidad de escapar a mi destino.

Que la soledad me abrume

Es sólo un defecto congénito de mi corazón

Pero no puedo evitar lo inevitable

Ni el pasar del tiempo

Ni que la piel se apague

Ni que la vida pase

Y como siempre, yo llegue tarde

Como el relato de Chiang

La luz siempre parpadeará si yo aprieto el botón después.

Así que la única solución

Es el autoengaño espiritual

La ilusión de que puedo cambiar algo

Y que a lo mejor, algún día

Llegue por fin en el momento justo




jueves, 11 de marzo de 2021

A los niños bellos que fuimos.



Es curioso como actúa la memoria. 

Es elástica y borrosa. Es sinestésica e inocente. Es traidora también.

Recuerdas. Recuerdas y te adentras en un camino sinuoso que va agrandándose al pisar y que huele a infancias filtradas a través del grano.

Piensas que parece que han pasado ya dos años de aquella vez de hace ya quince. Entonces cuentas con los dedos para estar segura que es así. Qué la vida no te ha dado tregua y que ya no estás para nadie.

Imaginas que las personas que veías seguirán allí, como fueron, donde las dejaste. Hasta que abres los ojos a la cara que te mira al otro lado del espejo y te asombras de la fuga de los otoños en los que tenías tiempo para mirar las nervaduras de las hojas. Aquel tiempo en el que todo era comienzo. 

Aquellas personas que formaron parte de ti ya no están, como tampoco estás tú desde hace demasiado.

Y entiendes. Por fin entiendes, aquello que leías de Gil de Biedma: "Ahora que de casi todo hace ya veinte años.."