Desaparecí porque lo necesitaba.
Necesitaba oler a mar y ver las estrellas desde un coche en
marcha con las luces apagadas
Necesitaba conocer otra realidad que no fuese tan rápida.
Necesitaba poder caminar con los pies descalzos bajo el sol
Y llevar el pelo suelto y rizado.
Rizos pelirrojos que se envuelven como caracolas de mar.
Desde mi isla veo Cuba, a lo lejos, misteriosa y llena de
luz
Al otro lado el continente de América, la península del
Yucatán.
La tierra de los mayas, la isla de Itzel.
Historias de novias fantasmas que rondan la orilla del mar
Mi isla es de colores. Azul, verde, rojo y lima
Iguanas de piel anaranjada que aceleran su paso al verme
Personas sencillas con sueños sencillos que proporcionan un tipo de felicidad más real que moderada.
Valores que parecen sacados de otra época.
México y su gente. Y sus bailes regionales y su orgullo
patrio.
México y sus colores, sus manglares llenos de animales a los
que no sé ponerles nombre.
México enfrentado, México en época de cambio político
México de contrastes de norte a sur y por ende, de
contradicciones.
Hasta noviembre permaneceré en la isla
Y me olvidaré de los deberes sociales.
De las tardes otoñales de Madrid
De mi sofá color salmón
De las frías mañanas de enero
Me quedo con el calor del sol en la cara
El viento de la tarde que me mece
En la hamaca de mi terraza, enfrente del jardín.