miércoles, 25 de noviembre de 2020

Empire of light

La suma de vidas minúsculas crea una inmensidad que se mece compacta y sin rumbo arrastrada por una marea oscura. En esa oscuridad se encuentran todas las vidas inmensas, que trascendieron y crearon una resonancia de ondas. Ondas que vibran como el eco de un eco y que van a mecerse junto al resto de inmensidad, que a su vez, también es minúscula. Hay capas dentro de capas dentro de capas.

La realidad es el concepto variable del todo y la nada que separa una línea que tampoco importa nada o importa todo. Puede ser, por ejemplo, el eje sobre el que gire toda una vida. Puede ser el punto exacto en el mapa que cambió la historia o el momento más intranscendente del momento más intrascendente que jamás se vivió, en las minúsculas vidas que se mecen sin rumbo en la oscuridad.

La magnitud la da el prisma y el prisma eres tú.


"El propio pintor, que realmente vivió traumatizado por la muerte de su madre y que también era admirador de los enigmas que habitaba el Fantômas novelesco, gustaba de explicar el significado de aquel retrato de la mejor manera posible: no haciéndolo en absoluto, aclarando que su producción estaba compuesta por «imágenes visibles que no ocultan nada. Pinturas que evocan al misterio. Cuando alguien observa una de mis obras, se pregunta “¿Qué significa esto?”. No significa nada porque el misterio tampoco significa nada, es incognoscible»."

René Magritte: esto no es surrealismo por Diego Cuevas



martes, 17 de noviembre de 2020

Mar de los Sargazos


Recuerdo a mi padre sentado en su sillón con los ojos cerrados. El sillón era verde y si tuviese que describirlo, diría que era un sillón de terciopelo, por su suavidad y brillo y de un verde claro.  Como de campo en primavera. 

Recuerdo la música, que siempre era clásica y que sonaba alta y que mi padre seguía como en trance. Le gustaban especialmente las sinfonías y los réquiems. La música se me hacía de tal intensidad que me atravesaba un poco el alma. Sólo que yo entonces sólo intuía que era el alma.

Recuerdo el despacho oscuro que tenía que atravesar y que me producía una sensación cercana al miedo. Llamaba a esa puerta, que estaba entornada. Era la música la respuesta. Así que al no oír lo contrario me atrevía a cruzar la penumbra. Un escritorio de caoba enorme rematado en cuero verde oscuro se adueñaba del despacho que a duras penas se veía. Recuerdo el umbral entre sombra y luz. Esa luz que al entrar en el porche rodeado de cristal cegaba. 

Recuerdo como tocaba en el marco de la puerta a esa estancia que siempre fue mi favorita y como una voz de capitán de barco contestaba, adelante. Recuerdo el gran libro granate de la Constitución y los CD´s perfectamente ordenados en una torre negra y los huacos en su vitrina expuestos con sus desproporcionados penes que para mí entonces no eran penes sino figuritas que, en su conjunto, resultaban muy feas.  

No recuerdo el olor, por ejemplo. Aunque si recuerdo, años antes, el olor a postre recién hecho en la cocina que era el territorio de mi madre. Luego ya no fue más suyo sino que quedó como una tumba abandonada, olvidados los moldes de tartas relegados a la parte más oscura de la despensa. Caducados los tarros de siropes desde el año 92. Esa cocina nunca se recuperó de su nostalgia y flotaba en ella un aire de pérdida.


***


Millones de recuerdos -los de toda la humanidad- vagando como energía a través de las galaxias a través de los tiempos. Un minúsculo mar de sargazos en un océano oscuro que contiene la nada. Y esa energía salada que contiene la eternidad.


***


"Lo absurdo nace de esa confrontación entre el llamamiento humano y el silencio irrazonable del mundo. Eso es lo que no hay que olvidar. A eso hay que aferrarse, pues toda la consecuencia de una vida puede nacer de ello. Lo irracional, la nostalgia humana y lo absurdo que surge de su cara a cara, he aquí los tres personajes del drama que debe terminar necesariamente con toda la lógica que es capaz una existencia". 

El mito de Sisífo, 1942. Albert Camus