domingo, 3 de marzo de 2019

Ratazos de un invierno que agoniza

Desde que no estás
Mi vida es mucho mejor.
Mi alma descansa tranquila
En un mar que me obliga a flotar.

Y es que debe ser que he agotado las cerillas
y los fuegos artificiales se quedaron en un aborto boreal.
Cada vez que te veo me doy la vuelta.
Tengo que reconocer que todavía me molestas.

Y es que mi vaso rebosa,
Y los años me pesan.
Ya no creo que seas la panacea
Ni siquiera me envenenas.

Adiós, querido, adiós.
Te dejo marchar de mi recuerdo
Te libero de mis cargas
Enterrado quedas en mi memoria
Sepultado por el peso de las páginas 
del siguiente capítulo.






"La novela no trata de los escaparates, sino de las trastiendas de los personajes, del memorial de pequeños agravios que todos tenemos. A menudo vienen de la infancia, se originan por pequeñas cosas y luego se reinventan, porque el pasado tiene mucho de invención, como en el amor, y a menudo muchas cosas que creemos haber vivido o nos las contaron las hemos soñado o imaginado. El olvido borra y la imaginación escribe y ya se sabe que cuando la imaginación muerde y se hace carne ya no suelta su presa. El individuo tiene un mundo de pequeñas creencias, pequeños rencores incontrolables, ni nosotros mismos controlamos todo ese mundo interior irracional. Y ese mundo turbio, ese malestar existencial, del que más o menos nos evadimos puede salir a la luz."

"A veces el hombre no sabe ser feliz fuera de la infancia. Mira España: a pesar de la crisis estamos viviendo un momento estelar, no hay guerras desde hace mucho tiempo, vivimos muy bien, se puede viajar, hay paz, prosperidad. Y siempre hay un malestar generalizado. Esto es un poco inexplicable, forma parte de la condición humana ese malestar. En el fondo lo que no queremos decir es que somos mortales, que nuestro único destino cierto es la muerte y luego el olvido, que la vida es absurda. Todos lo sabemos —unos más que otros— que la vida es absurda, pero preferimos mirar para otro lado, nos evadimos. Sí, el hombre es un ser destructivo. ¡Estamos destruyendo el Planeta, coño, sin ir más lejos! Y es un ser destructivo porque no acepta su condición efímera, de criatura coyuntural sin importancia."

Extractos de las respuestas de Luis Landero en una entrevista publicada en El País el 1 de marzo de 2019. AQUÍ completo