martes, 25 de diciembre de 2018

Vivre sa vie



El pasado 23 de diciembre. Adelantamos el aperitivo de nochebuena por mi inminente marcha de Madrid a pasar las navidades con mi familia fuera de la ciudad.
Contándole a un amigo novedades varias me interrumpió exclamando:

- ¡Es que estás tan ...
- ¿Loca? - le interrumpí con cierta rubor.
- ¡No! ¡Viva!- Me contestó.

Estoy viva y siempre lo he estado. Muchas veces confundí locura con intensidad y es que, como todo, esta forma de ser tiene un precio.
Estoy tan viva que a veces me abrumo. Estoy tan viva que a veces necesito recogerme y parar.
Mi vida se basa en acumular vida, atesorando memorias para el invierno, cuando hace frío y la melancolía hace acto de presencia en mi salón.

Y parece ser, que con la edad, las experiencias cambian, pero no por ello quedan exentas del brillo de las de antaño.

Y parece ser, que es mi forma de vivir la que me hace ser como soy. Es mi forma de sentir, la que me hace transformar la estela que dejan esas experiencias en canciones, poemas, escritos o pinturas.

¿Y quien me va a juzgar? Si yo no creo en más Dios que en mi conciencia. Llevo años intentando desaprender las doctrinas represivas de mentes encorsetadas de mi infancia conservadora.

Porque amar un segundo o una eternidad no está mal. Lo importante es amar.
Porque me niego a sentirme culpable por ser libre.
Y por ello brindo y brindaré, todas las veces que haga falta.

Feliz navidad.