martes, 27 de septiembre de 2011

Backyards

¿"La única forma de vivir es amando.
Asómbrate,
Ten esperanza".
El rizo pelirrojo envuelto y atravesado al mismo tiempo por esa luz quemada que recuerda a tiempos mejores aparece en la gran pantalla.
Y es imposible apartar la vista de él, 
porque implica dulzura y abrazos y susurros al oído en la relación más íntima e inquebrantable, la de una madre con su hijo.
"Light of my life" dice suavemente la madre de Jack. Suena Brahms, ese músico que nunca llegó a ser el padre de Jack, el eterno aspirante a hombre de éxito que no se da cuenta, hasta entrado el tiempo, que su mayor creación, y la más importante, han sido los seres de carne, huesos y sangre que corretean a su alrededor, que le temen, que incluso le desean la muerte.
La infancia es aquel paraíso al que todos volvemos alguna vez, como Jack a través del cristal infinito de cualquier ciudad.
Las tardes muertas, la luz del sol de verano, la hierba recién cortada y el tacto a la piel.
Las lágrimas que pasan con una caricia, las tardes de juego, la llamada a cenar.
La infancia es aquel paraíso suspendido en el tiempo al que cualquiera se puede escapar cuando las cosas no funcionan, cuando la frustración es grande y la incapacidad consigue arrugar la frente y arrancar lágrimas de rabia.
Y el miedo al futuro es el más atroz, la incertidumbre, la responsabilidad y el vacío de la edad adulta. Donde el color deja lugar a la saturación neutra del blanco y negro.


"¿Por qué tengo yo que ser bueno, si tú no lo eres?"
¿Y por qué debo dar sin recibir nada a cambio? 
¿Es el santo Job un conformista o un ejemplo de fortaleza?
Nuestra vida es un constante cambio, y cuando conseguimos entender una milésima parte del mismo, ya estamos en el proceso de otro. 
Vamos siempre un paso por detrás y quizá ese es nuestro problema, que intentamos entenderlo todo y analizarlo y ponerle un nombre.


La sensación de la saliva cálida mezclándose con otra, la respiración agitada que acompaña un beso apasionado, el sentimiento de unión que se consigue con un orgasmo que es el mirar a los ojos del otro y ver tu reflejo mejorado.
El amor es esa sensación absolutamente maravillosa que te deja petrificada y que te arranca el alma cuando se acaba abruptamente.


Despertarte abrazado al objeto de deseo. Reír a carcajada limpia y sollozar de felicidad. Eso es lo que yo quiero y no. No me conformo con menos. 


Yo quiero sentirme viva. Quiero volver a mojarme con la lluvia. Observar el proceso sublime que es ver una hoja de otoño caer y tener tiempo para no distraerme con tareas menores o más mundanas. Y escuchar el sonido de mis pisadas, una detrás de otra, que me conducen de forma inexorable hacia mi futuro.



"Señor, ¿Por qué? ¿Donde estabas?"
De donde venimos y hacia donde vamos, ¿merece la pena todo este dolor o es justamente ese sentimiento que a veces nos invade lo que hace que nos sintamos vivos?.
Respiro por cada poro de mi piel, que a su vez, está hecho de millones de partículas que flotan y crean formas geométricas perfectas y armónicas que dan un equilibrio a ese número π.

No creo que sea necesario entender la vida, sino vivirla. Crear pequeñas metas que formen parte de un objetivo mayor. Tengo unos años que se miden en horas, minutos y segundos, ¿Como quiero vivirlos? ¿Que quiero ser? 

Y si podemos experimentar la felicidad, aunque sea sólo unos segundos de plenitud, como aquella noche frente al Cantábrico, la hoguera de los valles de Loita o aquel paseo en moto podré decir, que fui afortunada de haber pasado fugazmente por este periodo que llamamos vida.

Las cosas son, como tú quieras que sean.
Y hay otros mundos esperando a ser descubiertos por ti.


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