jueves, 7 de abril de 2011

Arabic Revolutions



Dubai, 11 de marzo de 2011




Cumplí mi primer mes en Dubai hace poco.
En un mes he odiado y amado Dubai, he llorado y reído a carcajadas y caminado por la playa descalza disfrazada de ejecutiva.

He jugado a ser lo que no era.
No soy gris, ni ambiciosa caiga quien caiga.
No llego a mi fin sin importarme los medios.
Porque me importan.

Me hace feliz ver que otros son felices.
Y no piso a nadie, porque no es mi estilo.
Las experiencias no hacen más que probar lo que somos
Y yo soy libre, eso lo primero.
Yo me quiero comer el mundo, lo Segundo.
Quiero experimentarlo, olerlo, tocarlo, sentirlo.
Conocer a más gente, todavía quedan demasiadas personas interesantes por conocer.
Y escuchar las distintas realidades.

El que desprecia es solo un pobre ignorante.
Una persona digna de compasión y un necio.
No voy a ir en contra de mis principios por subir pisando cabezas en una escala que ni es la mía, ni me interesa.
Y la verdad, es que hoy por hoy, el estrato social me importa un comino.

Yo quiero sentir los vientos del desierto chocando en mi cara.
Y dormir alrededor de una hoguera
Ver a los Sith en bicicleta por barrios industriales.
Y a los locales paseando en dish dash.

Dubai es arena de contrastes.
Es polvo pegado a Versaces
Y un gran pozo para algunos.

Me gusta Dubai y lo odio.
Y no puedo evitar, sentir placer al pensar que vine a un país que por unas razones o por otras, no me es indiferente.
Y en el que he aprendido tanto.





No hay comentarios: