domingo, 10 de agosto de 2008

Maison Tavel


Los domingos aqui estan llenos de paz.
Tienes toda la tarde para estudiar, hacer la colada, fumar cigarrillos, beber el fantastico te de Muhanned y escribir.

Mi primera vision de la ciudad de Ginebra, fueron sus altos edificios neoclasicos con balcones de hierro forjado de un estilo un tanto art-deco. Parecian sacados de una novela de Thomas Mann.

Cientos de personas recorriendo la ciudad en bicicletas, Grandiosos jardines que llevaban a Chateaux escondidos bajo las sombras de enormes cipreses. Esa luz del verano calido.

Suiza esta dividida en cantones, y la ciudad de Ginebra es la capital del canton de Ginebra, con una poblacion de 450000 habitantes, mucho mas pequeno que el canton en el que vivo yo, que es el de Valais.

El tio abuelo de un amigo de suiza, un funcionario de la OMT jubilado, nos llevo a conocer la ciudad. Paseamos por las grandes avenidas, junto a las grandes organizaciones mundiales, comimos percas pescadas del lago Leman y desde su atico vimos las vistas de todo el valle. Tres paises en una misma mirada: Italia, Francia y Suiza.



Su salon estaba lleno de libros y Atlas en todos los idiomas, trozos del muro de Berlin, bastones de plata de alcalde chileno. cajas hechas de lapislazu, broches cuzquenos y fosiles brasilenos.

Tuvimos conversaciones de puro sobre Gaddafi y sus berrinches a causa de su hijo, sus aventuras en ciudades como Tripoli, Beirut, Alejandria y Nikosia. Nos conto los anos que paso destinado en Brasil y Peru, sus vacaciones en un pueblo de 100 habitantes en la selva negra y todo esto mezclando idiomas como el ingles, portugues, frances, espanol y aleman. Nos reimos a carcajadas con su mujer alemana de nombre frances, Brigitte.

Vimos la parte antigua de la ciudad intercalada con maravillosas historias de las familias que alli vivian, judios, musulmanes, suizos, alemanes. Cruzamos el lago rodano y vimos el museo de historia, la sociedad de las artes y la iglesia rusa construida en el siglo XIX por el Zar Alejandro II

Encontramos una plaza maravillosa llamada Bourg de Four, donde estaba A. Jullien, una de esas librerias donde se podria pasar un dia entero.

Teatros de papel en las vitrinas de las tiendas de antiguedades, terrazas llenas de personas disfrutando de la fiesta nacional y El Barbero de sevilla interpretado por cuatro estudiantes del conservatorio de musica de Rumania.

Todo fue mezcla, y cuanto mas kilometros ando, mas me quedan por andar.

La noche termino con fuegos artificiales a ritmo de musica judia.

No puedo pedir mas ... por el momento.

No hay comentarios: