sábado, 6 de febrero de 2010

Mvua


Hoy llueve en el Serengeti.

Tormentas de verano.

No son tan dramáticas como las de Madrid, cuando el cielo estalla a ritmo de relámpagos cegadores, y te mojas, y la ropa empieza a gotear, pero te da igual.

Porque es verano y hace calor.
Porque ya no te sientes axfixiado por el polvo y la polución de la ciudad,
Porque el agua está fresca y te queda toda la noche por delante.
Noche de terrazas bajo el puente de Segovia y bailes hasta el amanecer.
Gatos pardos, que no picos.

Esta lluvia es más suave, más generosa, remueve las cenizas de la hierba quemada que pasa a ser verde de nuevo.

A medida que la tarde avanza, la lluvia se hace más y más fuerte. El cielo se nubla y el arcoiris empieza a asomar por una de las colinas.

La lluvia del Serengeti parece un milagro. El río Mbalageti se crece con fuerza, bravo, arrastra cualquier cosa que encuentre a su paso. Si el río desborda, habrá que utilizar el puente que lo cruza, que parece traicionero y es el colmo de la estrechez.

Anoche Kalanga me acompañaba a casa, yo le señalaba el cielo y le decía "Maji!" El reía con ganas de niño, y respondía, "Musungu wet" A lo que yo contestaba, "Me no Musungu, me: Masai. White Masai"

Yo sonreía pensando lo raro que tendría que ser, que un ser blanco de pelo rojo clamara ser una masai blanca.

Me gustan los Masais, sus bomas, sus bailes y el gran corazón que tienen, como hablan y como se mueven, me parecen personas dignas de el mayor de los respetos.

Africa me está conquistando, pole pole, pero de forma paulatina.




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