miércoles, 7 de enero de 2009

Una temporada en el infierno



Decía Tallulah Bankhead, actriz americana conocida por sus escándalos y por haber trabajado sin ropa interior a las ordenes de Hitchcock "Si pudiese volver a la juventud, cometería todos aquellos errores nuevamente, sólo que más temprano"

Las navidades han sido muy tranquilas.
He vuelto a recuperar esas noches de insomnio hasta las tantas escribiendo, dibujando, viendo películas antiguas y oyendo pasar el tren a lo lejos.
Lo echaba de menos.


He pasado tardes riendo con P, mi fiel P
He salido a bares cañís con las amigas de siempre y he andado por las calles de Madrid, esquivando veloz, la masa de gente dirigiendose con prisa a sus lugares de destino.

Todo ha cambiado y nada ha cambiado. Los mismos edificios, los mismos planes, las mismas personas, todos cambiados. Como las cuatro torres que veo desde mi ventana, que ya están terminadas, o los nuevos planes o relaciones de los de toda la vida o los nuevos amigos de visita.

Y creo que empiezo a conciliar mis dos vidas en una. Y a pensar en Madrid como un lugar para estar temporalmente. Me gusta observar como los pequeños detalles se van uniendo hasta llegar a formar el camino que sigo. A veces, me gusta ser espectador de mi propia existencia.



Tengo varias películas de Truffaut que ver, regalo de mi hermano pequeño, mucha música por descargar ilegalmente y una lista elaborada por orden cronológico de libros imprescindibles. Desde Walter Scott hasta Graham Greene. Me interesa especialmente Los paraísos artificiales de Baudelaire y la obra fantástica Peer Gynt de Ibsen, aunque admito recomendaciones. Beirut saca disco! March of the Zapotec/Holland

Miro destinos para dentro de un año, Bangkok, Bali o Honk kong me llaman la atención. Me imagino un calor humedo y una casa en la playa oyendo el sonido del mar que me mece en la cama. 


Se me enternece el corazón al ver a mi padre haciendose mayor, son tantos los malos y buenos momentos que hemos pasado juntos. Las tardes de caza a su lado (ya sólo me quedan dos monterías antes de irme) se me presentan como imprescindibles. Compartir los silencios y aprender lecciones de vida que más tarde me serán útiles. Empiezo a entender que hay un camino marcado y que queda tanto por descubrir ..

Mi actitud es positiva y mi inquietud intelectual cada vez es más grande. Y es que debe ser que como decía un amigo mío durante una de las largas conversaciones delante de un chocolate caliente, Madrid inspira.


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