Marcel Proust era amante de las pinturas de
Antoine Watteau. Tanto, que vagabundeaba de mercadillo en mercadillo buscando ropas de la comedia italiana y no había más placer, que, al venir sus amigos al estudio, se pusieran las ropas y montaran una composición sin reflexión.
Accidentada.
Lo leí en un libro sobre las obras que cuelgan en el
Louvre.
Estuve en Murcia este fin de semana, visitando a mi tía y a su novio.
Mi tía es una mujer, de 57 años, con cara de 30 y cuerpo de 20. Así, sin botox ni gimnasio ni baños en sales marinas del mar negro.
Lleva el pelo negro perfectamente planchado a la altura de la cintura y se dedica a crear.
Publicidad o arte.
Decía
Oliviero, que él era poeta, y que de vez en cuando se alquilaba para hacer publicidad. La Puta le preguntaba, "Ahhh, entonces, ¿sos puto, como yo?"

Y es que en el fondo todos somos
PUTAS.Es una verdad que no se dice.
Es un tema
taboo.
Cada vez que visito a mi tía, me siento más rica y más pobre. Más rica en conocimientos y más pobre en autoconfianza, Me planteo si mi modo de vida es el adecuado, si es mejor o peor. Si es artificial.
Una amiga mía, vive un romance con un músico. Me decía que al irse, él le dejaba vacía. Porque conseguía que ella se preguntase, si su modo de vida era gris. Si no le valdría la pena, vivir la intensidad del que vive en carretera y de experiencias.
Yo le dije, que era algo muy común cuando has estado con algún artista, sea
músico,
escultor o
malabarista. Pero también, que ese modo de vida se vuelve monótono cuando lo vives durante un tiempo. Hasta los artistas tienen rutina.

Mi abuelo era amigo de
Buero Vallejo. Mi padre dice que he salido a mi abuelo, igual de loca. Yo no puedo decir, porque nunca tuve el placer. Murió de un enfisema pulmonar cuando yo andaba por el vientre de mi madre.
En el hospital, se quitaba la mascarilla de oxígeno para dar un par de caladas a un cigarro de liar.
Así era, viviendo sin miedo a las consecuencias, aunque las hubiese.
Solía reunir en casa a todo su círculo de escritores, artistas y bohemios. Y se iba hasta las tantas de obras de teatro hasta bares de mala muerte, por la zona de
Sol.
Una noche, durante una de las cenas de sociedad de mi abuela, Mi abuelo se presentó de manera muy teatral y se sentó en la mesa. Muy serio, en mitad de la comida, se levantó y dijo.
- Julita, ayer vi una obra de teatro que me cambió la vida. Voy a abandonarte.
Se largó no sin antes, coger del brazo a una de las mejores y más reputadas de las amigas voluntarias de la cruz roja, con la que debía tener una aventura de hacía ya tiempo.

El caso es que a mi los bares decadentes me encantan. Ayer estuve en uno en Rosales de aspecto inglés fantástico y hay otro por la calle Reina que me tiene enamorada.
Así. Decadentes, melancólicos,
románticos.
Un medio de
Dolce Vita y cuarto mitad de
Gatopardo con una pizca de
El lado oscuro del corazón.*
Si, estoy pesadisima con esta peli, cuando la veáis me entenderéis.