A enero de 2025, sigo en una cápsula del tiempo. Encontré algunos textos de hace unos años. No he querido tocarlos mucho, por dejarlos así: textos espontáneos, pensamientos escritos a la nada y como reflexiones sin ninguna intención.
29 de junio 2018
Me levanto en una terraza infinita y puedo oler el café haciéndose en una cafetera italiana.
Oigo las campanas resonar con las primeras luces. Me rodeo de belleza. La estética de los buenos abrazos, los silencios en los que te reflejas en los ojos del que te mira con expectativa.
Estas, son etapas para vivir. Para vivir y no pensar que pasará mañana. Porque tengo la suficiente edad y experiencia para saber que este tiempo pasará y que vendrá otro que pueda darle la vuelta a esta felicidad.
Hablo de estar donde quieres estar.
Hablo de sentir la suficiente libertad para sentir que el momento es ahora
Hablo de leer poesía en alto porque así me sale.
De aprender de lo que me rodea y empaparme de amistad, de amor, de noche y de vida.
¿Y tú, bebes la ola o el mar? le pregunta Conchis a Nicholas en El Mago de John Fowles.
Yo el mar. El mar siempre.
20 de junio de 2018
Colecciono recuerdos alfa.
Aquellos que llegaron a mi cama,
dejaron siempre algo tras de sí:
Una nota, una cejilla de guitarra,
una púa o ropa interior.
He pensado en crear un mausoleo
de amantes muertos.
Para visitarlo de tanto en tanto,
y corroborar que la carne,
fue carne y gozó,
de la intensidad
y la belleza
13 de julio 2018
Escucho el concierto de Sibelius. Concerto en D minor, mientras paseo desnuda por mi salón.
Huyendo del dolor y el calor. Leyendo el libro de Romain Gary "La vida ante sí"
Paseo por mi alfombra de esparto, que es aplastada sin piedad por una mesa de metacrilato con un cristal ahumado espantoso.
Huyo del calor y del dolor, del dolor físico que me atrapa y no me deja vivir.
Aunque prefiero el dolor físico que el del corazón, sin lugar a dudas.
Porque el sol siempre vuelve a salir
(Y Zana es el sol..)
Y me acuerdo de aquellas olas de teatro del s. XIX que me ayudó a crear.
Y el sol que me dibujó y que colgaba del techo del teatro
Y aquella caminata por La Coruña de dos a seis de la mañana
(una cana se posa en la mesa)
Deseo que aquel chico de diecinueve años siga a mi lado siempre.
Y hundirme en la cama de su torre viendo a las personas pequeñas, rodeada de cuadros
Y bailar la canción que será nuestra Omaha
La vida es hoy
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