martes, 3 de septiembre de 2024

Enero


                                                                                                                              @andropang


Nuestros nombres eran los meses del año. Noviembre para cuando uno de los dos hacía daño al otro. Marzo cuando uno de los dos quería follar.

-¿Y por qué marzo?
-Porque marzo es el mes de la primavera.
-¿y por qué noviembre?
-Por qué podemos.

Decidimos que fuese así, crear nuestro propio universo nos salvaría de la desidia de relaciones anteriores. Era no repetir patrones, crear un imaginario común.

Julio era para cuando uno quería que otro tomase una decisión importante que el otro era incapaz de tomar. Febrero para decir: “no tengo ganas”

Septiembre significaba te quiero y abril cuando nos echábamos de menos.

Mayo, en cambio, era escapar de una conversación aburrida de grupo. Por ejemplo: alguien decía “la mejor inversión es en activos de crédito” y entonces uno miraba al otro y decía: "¿Podría ser mayo el mejor mes para invertir?" Y en medio de la confusión, dábamos alguna mala excusa para llevar a cabo el rescate.

Junio solo lo pronunciamos una vez. Antes del embarazo. En cambio agosto fue de los que más repetimos. Cualquier fin de semana “Agosto” sonaba y era cuando salíamos de casa. 
Al principio éramos dos, luego fuimos tres.

Octubre era para tiempo en familia y desde que la niña nació, escaló puestos en la repetición de los meses. Diciembre, en cambio, lo decíamos muy poco.

"Es muy largo" dijo uno cuando estábamos creando nuestro mundo. "Lo utilizaremos para reclamar al otro que lave los platos. Tiene que ser algo aburrido".

El mes que nunca se nombró fue el peor de todos. Cuando se empezaron a repetir demasiado Febrero, Julio y Noviembre, Enero se pronunció, por fin, y dejaron de existir Marzo, Abril, Septiembre y Octubre.

Siempre odiamos el mes de Enero y más aún, después de aquel.



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