domingo, 9 de mayo de 2010

After the curtain

Lo bueno de estos días tranquilos en la sabana, es que, tengo tiempo para perderme en la red, enlazando una página con otra y así sucesivamente mientras veo como vuelan los minutos.

Y es que, ultimamente, algo está pasando.
Siento esa fiebre tan familiar de años atrás.
Me acuerdo de los días enfrente del espejo, bocetando autorretrato tras autorretrato.

Enlazando este artista con este otro. Descubriendo nuevas formas de reinventar el mundo y ponerlo a disposición de los demás.



Leo y sobre todo VEO, fotografías de Aslan Ahmedov o Robert Frank. Vuelvo a Ryan McGinley y Sally Mann. Sally Mann es el Balthus de la fotografía.

Busco antiguos grabados de Africa y me encuentro con Peter Beard.Y os recomiendo encarecidamente su libro Eyelids of Morning (The mingled destinies of crocodiles and men) que publicó junto a Alistair Graham donde podréis encontrar, a parte de sus fotografías, que son espectaculares, constantes reproducciones de grabados de diferentes siglos.


Y es que llevo ya tiempo con ganas de echarme a la calle y fotografíar. Gente, esquinas y portales, calles de madrugada y tangos improvisados.

Por el momento me conformo con los dos meses que todavía me quedan aqui, me he acostumbrado a salir de noche de mi casa, apoyarme en la baranda hecha de troncos barnizados y mirar las estrellas.

Y tengo música. Los grillos afinan sus patas como si del principio de un concierto de música clásica se tratara, para de improviso (siempre me sorprende el principio de la melodía) inundar la noche con partituras atonales.

Tengo que admitir, que es todo un espectáculo.





Pero los días cada vez se me hacen más largos, Es el principio del fin.
Cuando ves la luz al final del tunel, y empiezas a pensar que será de ti en tres meses.
Cuando ya te has hecho a la rutina del día a día y piensas que si echarás de menos los amaneceres en Mwanyeni Hill.



El principio del fin. El cambio constante e infinito. La eternidad del instante y la fugacidad con la que pasa la vida.

Las tardes tranquilas en el Serengeti, no volverán. Otras tardes vendrán, pero serán diferentes, en otro lugar y con otro estado de ánimo, sola o acompañada.

Veamos que tiene el futuro reservado.


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