martes, 20 de abril de 2010

Excuse me, what is the secret for your soul?


Legué a Nairobi cuando anochecía.
Estuve dando vueltas por las diferentes terminales durante un tiempo impreciso.
Mi maleta azul sonaba cansada al sentirse arrastrada de un lado a otro.
Sin destino concreto.

Me picaron unos cinco mosquitos en las piernas mientras tomaba una Coca-Cola en botella de vidrio, 350ml

Nairobi me pareció una ciudad muy grande.
Grandes edificios, grandes y desordenadas avenidas.
Grandes parques y grandes supermercados.
Tenía hambre.

Fumaba un cigarro en el balcón con la vista fija en el otro extremo de la calle.
Volvía a la civilizacion, pero no por mucho tiempo.








Esa mañana nos despertó el sol.

Abandonamos el irritante sonido de la alarma.

Y me vestí despacio dentro de la tienda de campaña.

Hacía calor y el viento no soplaba.

Lentano hervía agua para hacer chai.

Y delante de mi sólo había colinas de un verde intenso.


Comenzamos el paseo que nos condujo andando hasta moranis engalanados, cabritos minúsculos, cordero cocinado al fuego lento, niños pastores protegiendo a sus vacas, cebras en un tiempo detenido.


Lentano continuaba la marcha. el baston hecho a base de cinceladas a machete, sostenido sobre los hombros, los dos brazos colgando.

Se limpiaba los dientes con una ramita arrancada. De vez en cuando se daba la vuelta y me sonreía.


Quería echar a correr o tirarme en la hierba o acercarme a un burro pastando o copiar la postura de Lentano.

Lo quería todo y lo tenía todo.

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El calor conseguía secarme sin necesidad de toalla.
Caminaba por la orilla del Índico.
Y había niños jugando en la orilla, su piel oscura resplandecía todavía por un sol que se apagaba.

Miraba a dos musulmanas meterse en túnica dentro del océano.
Jugaban con el agua absolutamente ajenas a mi mirada.
A lo lejos, casi en el horizonte del mar con el cielo,
se alzaba un petrólero como un titán griego de metal.

Por la noche fumaba cigarrillos de Bangi desde el hueco de la ventana de Greenwood Lane.
Y miraba el mar y las estrellas y la luna
Y escuchábamos Cat Empire
Y de ver en cuando, la cortina blanca hac'ia alguna pirueta debido al viento.

Y nos reíamos de la vida y nos considerábamos afortunados
De estar en Mombasa.

http://www.youtube.con/watch?v=Wnt9gUmxoA4












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