miércoles, 5 de noviembre de 2008

Sometime later


Hac unos cinco años estuve durante dos horas hablando con un vagabundo que solía dormir debajo del tunel de peatones que hay en Colón
Muchos de vosotros, los que vivís en Madrid, lo habreis visto alguna vez. No logro recordar su nombre.
Le cambié un par de cafés por algo de conversación.
Nunca llegué a decidir, quien necesitaba más la charla de los dos.

La noche de fin de año, pasados hacía horas los fuegos artificiales del puerto, en una furgoneta americana, con un grupo de estudiantes, subí a la parte más alta de la isla a ver el amanecer. El Pacífico rompía con fuerza contra la tierra. Allí, Ian me prestó su camisa al notar que temblaba de frío.

Eran más de las seis de la tarde. Y aunque el calor seguía siendo insoportable, decidimos no esperar más para ir a la ciudad de Mali.
Ví mujeres musulmanas imposiblemente tapadas y niños corriendo detras de un balon invisible, a lo largo de una fila interminable de palmeras.

Era de noche y caminaba lentamente de camino a la casa de campo, con un cigarrillo en la mano. Wanda me seguía, me miraba y echaba a correr persiguiendo algún rastro de vez en cuando. Ladró una vez y a lo lejos vi una cierva que no apartaba su mirada de mi.
Me quedé completamente quieta sin apartar mis ojos de los suyos. Duró algo menos de un minuto.
De repende se dió la vuelta y desapareció en la oscuridad de los olivos.


Era de noche y debía tener unos dieciocho años. Me escondía en una sala, que aunque pegada a la casa, tenía una puerta independiente para acceder. La llamabamos El cuarto de música. Me gustaba porque podía gritar sin que nadie me oyese. Me encerraba para no saber nada del mundo y veía películas. Una detrás de otra.
Era una película francesa, de la que nunca llegué a saber el título. De vez en cuando me viene a la memoria, cas como si la hubiese visto ayer.


Esos momentos que se quedan en la retina. Que vuelven en forma de flashback cuando hueles o tocas algo o escuchas esa canción. Ese algo que siempre se ha intentado inmortalizar en las películas.

Esa, queridos amigos, es para mi la esencia de la vida. El extracto que se saca al exprimirnos como si fueramos toallas en un largo día de playa.


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