Los ríos de Oriente son serpenteantes, lentos y por lo tanto fértiles.
Los ríos de Occidente son abundantes, cambiantes, tórridos y violentos.
La concepción de la vida, y por lo tanto del tiempo, que es ingrediente esencial para que ésta se dé, es opuesta en ambas culturas. Los orientales conciben el tiempo como un ciclo, como una integración a la naturaleza. Los occidentales, como una línea, con un comienzo y un fin. Son el Ulises de Homero, Jesucristo en la Biblia o el Camino del Héroe, de Campbell. Toda la cultura occidental se resume en ello. Toda la cultura occidental parte de la forma y el caudal de los ríos.
Me imagino que un hombre y una mujer se encuentran. Pero él o ella es circular mientras que ella o él es lineal. Ese hombre es todos los hombres de la tierra. Esa mujer, todas las mujeres de la tierra. ¿Cómo encontrarse entonces?
Hablaba con unas amigas. Me decían que nadie está a la altura de ese hombre que últimamente me alegra los días sorprendiéndome. Me lleva a lugares con una agenda planeada que sólo él conoce. Me da la mano por la calle, le cuesta no besarme y me mira de verdad.
Pero tiene truco. Él no quiere compromiso, no quiere ir más allá de un romance de primavera y eso es lo que yo he aceptado. Pero si estuviese buscando en él a un compañero de vida, probablemente, esto ya se habría acabado.
Porque cuando uno hace un sprint, le pone toda la energía en un periodo de tiempo corto. Por eso brilla, de ahí la intensidad. Pero para un maratón, se necesita resistencia, paciencia, determinación. Si algo aprendí de la película, El Placer (1952) de Max Ophüls, es que la felicidad no es alegre.
Alegre es la primavera y sus tardes que se alargan, con el sol que se filtra a través de los árboles y la brisa fresca que se levanta y estremece.
Cuando viví en un verano eterno, entendí que para apreciarlo, necesitaba el invierno. El mal y el bien, la luz y la oscuridad, el ying y el yang.
Y de ahí a la construcción de utopías. Ursula K.Le Guin, escribió un artículo en 2015: Utopiying, Utopiyang. En él habla de los conceptos del Ying y el Yang y los compara con sistemas sociales. Las Utopías se suelen convertir en distopías, como en el libro de Juan Gómez Bárcena, Ni siquiera los muertos (2020). La predicción de Le Guin, pasa por aceptar la no-permanencia y la imperfección. Tener paciencia hacia la incertidumbre y el cambio.
Octavia E. Butler, ejemplo de ascensor social producto de la educación gratuita, publicó en Essence Magazine un ensayo en el año 2000, titulado "A Few Rules For Predicting the future" En él, cuando es cuestionada sobre como resolver los problemas del mundo, contesta siempre lo mismo. Que no hay una sola respuesta, hay miles de respuestas y tú puedes ser una de ellas si eliges serlo.
Ahora no siento que yo esté siendo una de las respuestas para crear un mundo mejor. Me he quedado sin propósito y me pregunto si lo encontraré en este tiempo que voy a tomar para ralentizar la vida. De nuevo, la importancia de lo público, que me va a permitir parar. Nunca me cansaré de repetir, que necesitamos lo público para contener lo privado.
Así que seguiré con mi romance de primavera, porque me llena de inquietudes nuevas y de nuevas preguntas. Me hace cuestionarme el mundo en el que vivo y me enciende una llama que quiero encender. Por lo menos, dos o tres cerillas a la vez. Abrazo la incertidumbre y sé que no tengo ni tendré jamás todas las respuestas. Prefiero ser un río oriental. Serpenteante, lento y por lo tanto, fértil.
Fértil para recibir vida, mientras me quede una.