viernes, 16 de diciembre de 2011

Fields



Caminas despacio y sigilosamente.
La niebla cubre en gran parte el paisaje de encinas y llanos de la finca que recorres.
Talon antes que punta, poniendo mucho cuidado en no hacer crujir ninguna rama al pisarla, en no tropezar con ninguna piedra, en no hacer un ruido de más.
El único encuadre de vision es la mano del guarda con la que te señala, te ordena parar o te avisa para que te agaches.

Paras abruptamente. La mano del guarda apunta a las 10. Muflón. Oyes tu propia respiración, te laten los tímpanos e intentas inhalar y exhalar el aire despacio.
Los cuernos retorcidos y la tranquilidad de saberse solo.

En medio de una pradera, el bicho come el que quizá sea su ultimo desayuno. Son las 8 de la mañana de un sábado de principios de diciembre y hace un frío humedo que cala hasta los huesos.
Con movimientos lentos descuelgas el rifle del hombro. Te colocas, apuntas, quitas el seguro con sumo cuidado. Vuelves a oir tu respiración por encima de la bufanda de lana, que crea una nube de vaho a tu alrededor. Notas el latido de la sien.

Apuntas, el bicho está a 70 metros de costado. Perfecto.
Al expanderse el sonido del Click del seguro del rifle al retirarlo, el bicho levanta la cabeza atraído por aquel ruido que no consigue identificar. 

Te mira. Te mira directamente a los ojos y te atraviesa el alma.

Corazón desbocado, mantienes la mirada. Eres una figura hierática apuntando, preparado hasta que el momento perfecto aparezca. El buen cazador jamás dispara hasta que no tiene el tiro seguro al codillo.

Después de estudiarte atentamente el bicho deja de mirarte, ya no le interesas, no pareces una amenaza, o quizá no ha entendido la importancia del papel que tienes en su vida, o en el fin de ella. 

Con un movimiento rápido, baja la cabeza, olisquea la hierba, titubea y sin previo aviso pega un brinco, se da media vuelta y sale a un trote ligero.

Le pierdes de vista. Se adentra en el enrramado de jaras y encinas que confunde a la vista y no vuelve a aparecer. La oportunidad ha pasado y ya no volverá. Habrá otras, diferentes, parecidas, pero nunca iguales. Nunca iguales.




2 comentarios:

Kp dijo...

La cacería contradice a la naturaleza de la mujer que hasta ahora he podido conocer. Es como una parte de ti que rema en contra de la corriente.

Lady hamilton dijo...

En general soy dicotómica Rafael! jaja! Contradictoria a gran escala...