martes, 24 de agosto de 2010

Texturas

Ultimamente callo.
Observo.
Estudio.
Los pliegues de los ojos y las patas de las mesas
Y los adoquines por los que camino y las expresiones faciales.

Oigo, pero no escucho.
No me siento parte de ello.
No encuentro.
Tampoco busco mucho.



Imagino mundos del revés o situaciones ridículas.
Todo es tan políticamente correcto!
Y las cubiertas son de plástico desechable.
Porque nada perdura.

La palabra infinito no está de moda.
Y me da mucha pena.
Mucha.




Y me río sin ganas de bromas sin gracia.
Sólo en los círculos más pequeños me siento yo.
En la intimidad compartida de una tarde de verano en Extremadura.

En los paseos por caminos de tierra, cuando el viento me da en la cara y ya anochece y los ciervos están inquietos (Empieza la berrea) y todo lo que ocurre volverá a ocurrir una y otra vez como parte del ciclo.

Y yo lo miro y me sonrío,
Porque sé que eso, si es eterno.

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