Yo quepo en el mundo
Y el mundo cabe en mí
Yo ocupo el mundo
Y el mundo me ocupa a mí
Yo quepo en un haiku
Y un haiku ocupa un país
Un país cabe en una astilla
Una astilla ocupa la galaxia entera
La galaxia entera cabe en una gota de saliva
Una gota de saliva ocupa la 5a avenida
La 5a avenida cabe en un piercing
Un piercing ocupa una pirámide
Y una pirámide cabe en un vaso de leche
Y un vaso de leche ocupa un ejército
Y un ejército cabe metido en una pelota de golf
Y una pelota de golf ocupa el Titanic
El Titanic cabe en un pintalabios
Un pintalabios ocupa el cielo
El cielo es la espina
Una espina ocupa un continente
Y un continente no cabe en Él
Pero Él cabe en mi pecho
Y mi pecho ocupa su amor
Y en su amor me quiero perder
La Yugular. Rosalía.
Qué difícil es contener un momento en la memoria.
Cuando surge un recuerdo informe y parece que a través de destellos de luz y colores vas a llegar a desentrañar la claridad de la escena pasada pero el cerebro te confunde. ¿Fue real? ¿Pasó?
En navidades siempre me ocurre esto. Soy mayor como para no reconocer el patrón. Se me agolpan imágenes de la infancia que contrastan con las de ahora. A veces me entristece pensar en aquellos días: Las navidades por todo lo alto. Diez, quince, veinte personas en mi casa. El pavo de mi madre.
Pero también sonrío a veces. ¡Como querría mi madre a su nieta! Esa Pato que, como su abuela, se abre paso en la vida segura. Poniendo un pie detrás de otro con firmeza. Pisa, Patricia, que el mundo te espera. Y qué suerte pensar que ella vaya a experimentar todo por primera vez. El milagro de creer que somos todos los que hemos sido, los que son y los que serán, es que aunque tú te vayas, el resto queda y el resto es el futuro.
Otras personas que reirán, abrazarán, besarán con pasión. Se enamorarán y se les romperá el corazón en mil pedazos. Subirán a una montaña rusa y experimentarán el vacío en el estómago, que es un poco como el vértigo antes de entrar en una primera reunión de trabajo o presentar un manuscrito a un agente literario. Como decirle a alguien que le quieres sin saber cual será la respuesta o una ruptura en una amistad. Hablar sabiendo que será la última vez que lo hagas.
Todo está bien y al mismo tiempo el mundo se desmorona. Busco a veces ritos a los que agarrarme y al mismo tiempo se me resbalan en el tiempo. Solo en una Iglesia se me para el tiempo, ya sea en una religiosa o laica. Solo ahí se me para la eternidad y me embeleso con todos aquellos que vinieron antes y dejaron estas obras por lo que fuera, o quienes fueran. Debo ser una neoclásica anacrónica.
Así que yo elijo quedarme en los destellos. En el abrazo de dos cuerpos desnudos, en el beso de una sobrina, en el gesto de amor de una hermana, en las carcajadas con una amiga porque yo sólo tengo una regla clara y es que abrazo lo que viene y lo que me trae la vida, sin forzarlo, sin pedir de más, como se quiere a los gatos. Así quiero yo.
Que cualquiera que esté en mi vida, elija volver a mí. Esa es la verdadera libertad.
Se nos caen los símbolos y se destrozan al caer en mil pequeños fragmentos que llaman a la desesperanza y a la anarquía y yo pienso que todos hemos pensado igual. Desde el hombre de las cavernas hasta el tiempo que nos define hoy a través de esas horribles figuras de autoridad que juegan con el mundo como si de una pelota se tratase.
Todo esto será nada. Y me costará retener la imagen en mi memoria, como siempre que siento que vivo de verdad.

